La malformación de Chiari es una
anomalía que consiste en que el tejido cerebral se extiende al canal medular.
Suele pasar cuando el cráneo es pequeño o tiene una deformidad, genera presión
en el cerebro y lo hace salir de su lugar habitual. Esta malformación es muy
rara.
Hay tres tipos de
malformación de Chiari que se clasifican en función de la anatomía del tejido
cerebral extendido. La malformación de Chiari tipo I se produce
mientras van formándose y creciendo el cráneo y el cerebro. En este caso puede
que no se pueda ver la enfermedad hasta la adolescencia. Las del tipo II y III
son congénitas y ya existen desde el nacimiento.
Causas de la malformación de Chiari
Las malformaciones de
Chiari tipo I se producen cuando el cráneo que aloja el cerebelo es muy
pequeño, presiona al cerebro y lo hace salir. Las de tipo II casi siempre están
asociadas con una forma de espina bífida conocida como mielomeningocele.
No están claras las causas,
pero se sospecha que existe, en algunos casos, un factor hereditario que
influye. En tal sentido, la malformación de Chiari deviene en una enfermedad
progresiva con consecuencias graves. En otros casos, en cambio, no es ni
siquiera necesario un tratamiento.
Entre las complicaciones
posibles está la hidrocefalia, la espina bífida y el síndrome de médula espinal
anclada.
Síntomas de la malformación de Chiari
Muchos pacientes que tienen
malformaciones de Chiari no presentan signos ni síntomas y no precisan de
ningún tratamiento. De hecho, descubren que padecen este trastorno gracias a la
realización de pruebas por otros motivos. En otros casos, las malformaciones de
Chiari son problemáticas. En las de tipo I los síntomas aparecen en la
adolescencia o en el final de la infancia. Las del tipo II presentan síntomas
desde el nacimiento y se detectan en las ecografías durante el embarazo. Las de
tipo III suelen ser las más graves.